Abrir la perilla de la ducha. Apretar el botón del inodoro. Intentar afeitarse o higienizarse los dientes o la cara, lavar los platos sucios, la ropa, los pisos y comprobar que sale un hilo de agua o nada. Abrir las ventanas con la ilusión de que la fragancia de los azahares le acaricie el alma y en su lugar, un aroma desagradable lo impregne hasta la boca del estómago despertándole náuseas. Comprobar que no se han extinguido las aguas servidas que fluyen en la cuadra de su casa, o que desagradables restos cloacales se exhiben con impudicia, no sólo provoca indignación, sino también impotencia, desesperanza, escepticismo. A esta realidad la padecen a diario miles de tucumanos.
En los últimos meses, la controversia entre Municipalidad de San Miguel de Tucumán y el Gobierno provincial acerca del desempeño de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) se ha profundizado. El titular de la empresa manifestó que alrededor del 60% de los usuarios tiene un servicio normal u óptimo, tanto en agua como en cloacas y que la dificultad está en el otro 40%: algunos tienen mayores problemas en cloacas, y otros en agua. Señaló que es necesario cambiar las cañerías por otras nuevas y de mayor capacidad y evitar que los desagües pluviales desagoten en las cloacas. Respecto de la falta de presión y la escasez de agua en algunos barrios, afirmó que los conductos suelen estar tapados. “Tenemos un plan maestro a 15 años que mejorará el servicio en general”, dijo.
Las críticas de los vecinos al servicio de la SAT son constantes y muchas de ellas se reflejan en las páginas de nuestro diario. A comienzos de agosto pasado publicamos el drama que viven a diario los vecinos de siete cuadras de la calle Monteagudo, entre el 1.200 y el 1.900, invadidas por las aguas pestilentes. Una señora contó que el aire se vuelve irrespirable en verano y recordó que la primera publicación que hizo LA GACETA sobre este caso de aguas servidas se remonta a 1996. “Era un artículo que denunciaba esta situación y las consecuencias en toda la cuadra; mire el tiempo que ha pasado y nunca tuvimos una respuesta”, afirmó. Otra vecina relató que una abogada se cansó de elevar notas a las autoridades para gestionar una solución, nunca hubo una respuesta concreta. “Al final, la doctora decidió cambiar de domicilio, se fue a vivir a otra parte y la casa quedó vacía”, dijo. El megaemprendimiento habitacional Lomas de Tafí, cuya construcción comenzó a fines de 2005, cuenta desde hace tiempo en el sector 15 con una laguna pestilente, que promete incorporarse definitivamente al paisaje, pese a los reclamos constantes de sus habitantes. Un lector denunció que los barrios aledaños a la avenida Papa Francisco carecen de presión de agua: no pueden usar los sanitarios desde las 10 hasta las 22, y tampoco les alcanza para cocinar y lavar.
La SAT Sapem fue creada por Decreto Nº 3330/3 (ME) del Poder Ejecutivo en 2004; han transcurrido desde entonces 13 años y el 40% de los tucumanos sigue pagando por un servicio que sólo les trae amargura, insatisfacción y la bronca de sentir que son víctimas constantes de una estafa por parte del Estado, que tendrían que esperar 15 años más para una posible solución. Parece increíble que en tres períodos de gobierno de la administración anterior, en que Tucumán recibió de la Nación ingentes sumas de dinero, no se hayan hecho las obras necesarias. Mientras los funcionarios se echan la culpa, como casi siempre sucede, los únicos que siguen perdiendo son los tucumanos.